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una presentación cualquiera

Muchas parecen ser las dificultades con las que suele encontrarse el hombre en el angosto camino hacia la verdad. Y quien dice avanzar sin errar libre de equipaje, o se cree un dios engreído, o aparenta ser un bruto que no atiende a razones, pues lo más común es incurrir en la falta y reincidir hasta caer en la cuenta de nuestras propias debilidades.

La presentación de esta bitacora es un homenaje a un tal Francis Bacon, epistemólogo moderno que hace recuento de la fragilidad humana enumerando sus abundantes miserias. No se lo tengamos en cuenta. A la vista está que son incontables hasta para la ciencia. Aunque sin ellas difícilmente podríamos saborear el mundo y obtener aquellos logros que, de otra manera, quién sabe qué progresos hubiésemos presenciado. Los ídolos son imágenes y apariencias, sombras banales, representaciones o simples prejuicios, obstáculos y convicciones sin fundamento universal o unánime. En general son errores que se alimentan de nuestros hábitos, tendencias e inclinaciones. Los más personales tienen su origen en la caverna propia, identificando lo que resta de nuestro carácter natural en virtud de la educación recibida. También son ídolos los signos con los que nos comunicamos, cuya imprecisión nos confunde tanto como nos alienta en el foro que compartimos, deseosos de convencer y más ocasionalmente de ser convencidos. En este recorrido por los velos que nos ciegan a menudo, Bacon nos advierte igualmente que el mundo es un teatro de historias y figurantes: doctrinas, ideologías, creencias e innumerables filosofías se pelean para servir de modelo y enfocar nuestra mirada con interés, sentido o esperanza. En realidad este blog debería tratar principalmente sobre estos fabulosos prejuicios, o al menos sobre aquellos que representa la filosofía a través de sus argumentos y guiones de película… Sin embargo, el título de esta casa menciona los rasgos que distinguen a toda la TRIBU de espectadores, como atributos sin los cuales no contemplaría con cierta ilusión las historias de la filosofía. Por ejempo, esa tendencia nuestra por confundir la ignota realidad con la expectativa del deseo. O esa selectiva inclinación a pasar por alto u olvidar aquellos hechos que normalmente contradicen nuestras opiniones. También esa ambiciosa precipitación cuando extraemos conclusiones, generalizando estereotipos sin detenernos en profundidad en los problemas. ¿Y qué me dicen de nuestra propensión a la credulidad? Según Bacon somos demasiado confiados e ingenuos, hasta el punto de que la mayoría de las variables sobre cualquier asunto nos pasan inadvertidas y nos impiden pensar críticamente. Son cosas de la tribu para vivir y revivir un final apasionante en cualquier escenario.

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