Hélade herida de corazón [el corazón de Europa] desfallece ante «la brutal ruptura que supone sustituir el ideario de la paideia» por la tecnocracia acrítica. Al velatorio acuden unos pocos, los que se resisten al sarcasmo de recuperar la disposición de las actividades intelectuales frente al «considerar que sobrevivir ya es mucho, oscilando entre un trabajo generalmente embrutecedor, el miedo a perderlo y el consuelo (o desconsuelo) por lo aleatorio de un resultado deportivo«… No hay penuria soportable sin la esperanza que resuena en cada pensamiento contra la derrotista necedad. «Por eso la actividad filosófica, teórica por excelencia, es ya en si misma una praxis«. Como intención singularmente antropológica excede a la simple especulación y se revela o manifiesta como lo que es, en eso que llamamos libertad, ya sea en una amable sociedad o en un campo de concentración.
Referencia: en EL PAÍS, Salvar a la ciudad, de Victor Gómez Pin.